Parque Arqueológico Y
De Investigación Científica Cochasquí
Buenos días, bienvenidos al Parque Arqueológico y de
Investigación Científica Cochasqui, el cual se encuentra ubicado en el norte de
la provincia de Pichincha, corresponde jurídicamente a la parroquia Tocachi del
Cantón Pedro Moncayo, situado a 3100 m.s.m.n a 0º 36´ 35´´ de latitud norte, a
55 Km de la ciudad de Quito y a 3 100 metros sobre el nivel del mar, en un
terreno irregular quebradizo lo que permite una amplia visibilidad de cerros,
nevados y valles de la sierra ecuatoriana. Etimológicamente Cochasquí
significa: COCHAS = lago QUI = mitad, es decir Mitad de los Lagos.
El 20 de marzo de 1979 el sitio arqueológico fue
declarado Patrimonio Cultural del Ecuador, posteriormente el H. Consejo
Provincial de Pichincha en 1981 asume la responsabilidad de la preservación,
investigación y difusión de este bien cultural, tarea en la cual la actual
administración del Gobierno Provincial se muestra empeñada en seguir impulsando
su desarrollo.
La zona arqueológica comprende una extensión de 83,9
hectáreas, área en la cual encontramos claros testimonios de construcciones
monumentales pre-incas, representadas por 15 pirámides truncas de las cuales 9
se hallan provistas de rampa y las 6 restantes sin rampa. Existe también un
número aproximado de 21 montículos funerarios de planta redonda, conocidos
también como TOLAS. Estas pirámides fueron construidas con bloque tallado de
cangahua y chocoto. Históricamente corresponde a la cultura “Quitu-Cara” del
período de Integración (500-1533 D.C.)
Existen varias teorías que hablan de la funcionalidad de
las pirámides y tolas circulares de Cochasquí: La más difundida es la del
arqueólogo Alemán Max Uhle, quien en 1 933, dijo que el recinto entero conforma
un sitio ceremonial - ritual puesto que se encontró 556 cráneos en una de las
pirámides. Esta investigación fue apoyada en 1 964 por el arqueólogo Udo
Oberen, y por el "grupo Ecuador". Veintidós años después, en 1 986,
el astrónomo ruso Valentín Yurevitch concluyó que Cochasquí fue también un
sitio astronómico de inmensa importancia para la cultura Quitu - Cara, durante la
etapa preincásica.
En los años 1964-1965 un grupo de arqueólogos alemanes
realizó investigaciones seleccionando varios lugares a ser excavados. Los
resultados iniciales evidencian dos fases de ocupación:
- COCHASQUI I (950-1250) Cerámica representativa: vasija
zapatoide.
- COCHASQUI II (1250-1550) Cerámica representativa: olla
trípode y ánforas.
Dentro del parque podemos ver esta Casa circular llamada
bohío, su característica es que es circular sin ventanas y por donde entra la
luz es por un espacio circular en el techo, esta casa esta construida con
materiales del sector como: - Chocoto (barro negro) - Chaguarqueros (tallo de
la cabuya) - Chilpe (cuerda o fibra de la cabuya) - Cerote (árbol nativo) -
Lechero (árbol nativo) - Paja de páramo
El Parque Arqueológico Cochasquí en la actualidad dispone
de las siguientes áreas para ser visitadas:
- Museo Arqueológico (piezas en cerámica y lítica) -
vivienda prehispánica con materiales del sector - Museo Bélico (restitución de
un Pucará, instrumentos bélicos y musicales) - Jardines Etnobotánicos (plantas
nativas medicinales en proceso de extinción) - Puente Colgante - Mirador
Al Parque Arqueológico Cochasquí se puede llegar tomando
la Panamericana Norte vía Tabacundo, donde existe el respectivo letrero de
señalización, el horario de atención es desde las 08h30 a 16h30 todos los días,
se cuenta con el servicio de guías especializados.
Museo De Sitio
Cotocollao
En este museo se destacan las características
Culturales de los primeros asentamientos Formativos descubiertos en el Valle de
Quito, basadas en las evidencias arqueológicas recuperadas en este Sitio de
Cotocollao, el mapa importante detectado hasta hoy en la Meseta de Quito. El
formativo representa un medio de vida basado por primera vez en la producción
de alimentos, es decir en la manipulación progresiva de productos agrícolas,
especialmente el maíz, la yuca, poroto, etc. Supone una serie de desarrollo de
procesos culturales que van adoptando paulatinamente. Se caracterizan por: Una
Vida sedentaria en asentamientos cada vez más estables, Organización social
basada en linajes que practican la reciprocidad y el culto a los antepasados y
que reconocen la propiedad comunal de la tierra, Construcción de viviendas
permanentes para familias amplias, Aparición y desarrollo de la alfarería,
circunstancia que permite la cocción de alimentos en recipientes de barro, Uso
del algodón para la confección de vestidos, Perfeccionamiento técnico en la
fábrica de artefactos en piedra para moler, cortar, perforar, sembrar, La
cacería, la pesca siguen siendo actividades importantes, pero complementarias.
En estas sociedades sedentarias en ceremonialismo adquiere importancia respecto
a los ritos agrarios y de fertilidad y se inicia la construcción de centros
ceremoniales.
La actividad volcánica en territorio
ecuatoriano es una de las más intensas del mundo. En el Valle de Quito, los
volcanes Pichincha, Pululahua, Ninahuilca y Casitagua, han protagonizado una
larga historia de erupciones que
alteraron significativamente el paisaje y marcaron el destino de las
poblaciones asentadas en sus inmediaciones.
El Pichincha con sus 12km. En su base, 4794m
de altura y sus volcánicos apagados RUCU-PICHINCHA Y CONDOR HUACCHANA, mantiene
una actividad su caldera principal ubicada en el GUAGUA- PICHINCHA. No obstante
los riesgos inherentes a vivir en las faldas de este peligroso volcán desde el
Periodo Formativo (+-1.500 a.C.) se asentaron grupos humanos que enfrentaron el
reto de forjar su historia aquí, bajo la permanente amenaza del fuego, la
ceniza y los aluviones.
La vertiente oriental del volcán Pichincha
constituye un sistema de drenaje que se encauzaba a través de 68 quebradas que
antiguamente alimentaban las lagunas del Sur y Norte de Quito. Junto a estas
quebradas y lagunas se asentaron los primeros pobladores (+- 1.500 – 500 A.C.),
en grupos dispersos de familias de tradición Cotocollao.
Las lagunas del Norte de Iñaquito se
desecaron y recargaron en varias ocasiones, como consecuencia de las erupciones
volcánicas, depósitos de ceniza y aluviones de gran potencia hasta que en los
primeros años de la
Colonia desaparecieron por completo.
En la zona de Quito existió una serie de
nichos ecológicos diferentes que permitieron la explotación de recursos
abundantes y variados. El área de Cotocollao era muy favorable para los
primeros asentamientos humanos y el desarrollo de la agricultura, gracias a su
clima suave, temperaturas constantes, lluvias moderadas y suelos fértiles, así
como la presencia de dos lagunas, hoy desecadas.
Las tierras de Cotocollao fueron las más
aptas de todo el valle de Quito para la agricultura porque no son ni húmedas ni
secas. En realidad se da un movimiento balanceado del agua que cae en forma de
lluvia, razón por la cual los suelos son automáticamente fértiles durante todo
el año.
El altiplano de Quito se destaca también por
ser un punto estratégico para el intercambio con la Costa y la región Amazónica
a través de bocas de montañas de fácil tránsito, situación que beneficio a los
pobladores de Cotocollao.
El poblado Formativo Cotocollao se ubicó a
2.800 msnm, al norte de la actual ciudad de Quito, junto a una laguna existente
en este lugar. Desde 1.500 A.C. el poblado fue creciendo paulatinamente sobre
las laderas del Pichincha, constituido por “grupos de casas” que llegaron a
ocupar un área 12 Arqueología de Quito I Fase Cotocollao, Pedro Porras, Quito.
Tuvieron un aproximado 26 hectáreas y una población aproximada de 750
habitantes en el año 500 A.C., época en la que fue destruido por una erupción
del volcán Pululahua.
Construyeron casas rectangulares (5X8 mts.)
con paredes de bareque y techo de paja, orientadas siempre al este y asentadas
sobre pequeñas ”grandas” cortadas en la cangahua para nivelar el terreno.
En su interior había camas y repisas
levantadas del suelo, fogones y un hogar propiamente dicho en el centro.
Existían también huecos grandes para almacenamiento, ubicados dentro y fuera de
las casas de los sitios de elaboración de cerámica.
La selectiva y continua ocupación de un
sector particular del poblado como área de entrenamiento reservada para
determinados grupos, demuestra su Organización Social basada en lazos de
descendencia común o linaje, las prácticas de ritos funerarios y el culto a los
antepasados. Estas circunstancias reflejan también un “status” diferencial dentro
de la Organización Social temprana, así como la existencia de primeros
socioeconómicos que demuestran una estratificación y diferenciación entre
poblados.
Las excavaciones pusieron al descubierto un
cementerio con más de 200 esqueletos en perfecto estado de conservación. En la
fase temprana del poblado (1.500 – 1.100 A.C.) enterraban a sus muertos en
tumbas individuales. El cadáver era colocado en posición flexionada, rodeado de
piedras y cubierto con hojas de maíz. Aparentemente fueron personas que recibieron
un trato preferencial por su rango privilegiado dentro del poblado.
Por encima de estos enterramientos se
hallaron otros que constituían la parte tardía del cementerio y fueron
depositados en diversas posiciones y direcciones, formando una especie de “fosa
común”. El tipo de enterramiento más generalizado es en posición flexionada.
Algunos se hallaban sentados con los brazos fuertemente atados alrededor de las
piernas. Existen entierros secundarios, o conjuntos de huesos vueltos a
enterrar formando “paquetes”. Pocas ofrendas fueron depositadas junto a los
muertos. Los recipientes de cerámica y piedra se hallaron fracturados
intencionalmente, seguramente por efecto de algún rito funerario.
El estudio de los esqueletos determinó la
presencia de niños, jóvenes y adultos de ambos sexos. Existe una paridad entre
adultos masculinos (42) y femeninos (40), con la salvedad de que en 73 casos no
se pudo identificar el sexo. La
deformación craneana no es generalizada pero se da en todo los grupos de edad y
sexo y consistente, generalmente de un aplanamiento occipital. La expectativa
de vida al momento de nacer fue de 28 años
La cerámica se caracteriza por una variedad
de formas de vasijas con decoraciones únicas y exclusivas. Conocieron 21
técnicas decorativas y 60 motivos o diseños básicos. Cabe resaltar la presencia
de botellas de forma similar a las de Machalilla y Chorrera, así como una
variedad local que ha sido denominada “Cotocollao” por ser diagnóstica de este
sitio. En el Ecuador, la botella con asa en forma de estribo aparece, acaso por
primera vez, en esta zona de Quito hacia el año de 1.500 A.C., y es una de las
evidencias más antiguas en Sudamérica.
La Cultura Cotocollao se destaca por su gran
desarrollo técnico en el trabajo en piedra: herramientas de obsidiana, basalto
y pedernal, en la elaboración de hachas para las tareas agrícolas, piedras de
moler, metates y morteros para tareas domésticas.
Merecen especial atención los recipientes de
piedra minuciosamente trabajados y decorados. Su forma y tamaño los hacen
únicos en el Ecuador, y es evidente que fueron elaborados por especialistas
para fines ceremoniales.
Se evidencia también dos formaciones de
lagunas cercanas al poblado, que implica una explotación de recursos lacustre:
totora, arcilla, arena, limo y faunísticos (con sus derivados: aves, huevos,
caza). Las quebradas aledañas que, a más de agua fresca durante todo el año,
proveen de piedras para la fabricación de recipientes decorados.
Accedieron a los productos “exóticos” de lo
que hoy es el noroccidente de Pichincha: algodón, ají, sal, coca, etc. Los
pobladores de Cotocollao inician la exportación de la obsidiana hacia la Costa
para la elaboración de utensilios de uso doméstico y artesanal. La gran
cantidad de torteros (“fusiolas” o volantes de hueso) de cerámica para hilado,
así como las improntas de textiles, permiten inferir el uso del algodón por la
confección de prendas de vestir.
Los pobladores de Cotocollao fueron, ante
todo, agricultores con amplia experiencia en el cultivo de maíz, poroto,
quinua, papa, oca y chochos. Consumieron también plantas y frutos silvestres.
La dieta se complementó con la caza de venado, conejo, guanta, puma y lobo
(esto es evidencia por los huesos recuperados en los basurales). Así mismo se
han encontrado restos de cuy, de pequeños reptiles, llama, tórtola y otras
aves.
Complejo Arqueológico
Tulipe
En este espacio del callejón interandino se
ubicaron los antiguos pobladores de Tulipe, palabra originaria del idioma quitu
cara que significa «agua que baja de las tolas». Tulipe, según los estudios
realizados, corresponde al periodo de integración y su principal desarrollo
data del 800 al 1660 d.C., época en la que se constituyó como un importante
centro religioso en el que se celebraban las ceremonias más representativas del
pueblo yumbo. Pero hay que tener especial cuidado con esta cronología ya que de
acuerdo al análisis arqueológico de Tulipe también se encuentran evidencias de
dos épocas más: el Formativo, y el período de conquista Inca.
Los asentamientos o aldeas de esta cultura se
extendieron en Nanegal, Pacto, Gualea, Mindo, Cachillacta, Bolaniguas,
Cocaniguas, Nono, y se considera que sus límites llegaban a las costas del
Ecuador y se extendían hasta las estribaciones occidentales de la cordillera.
Los
yumbos tenían una organización social sumamente parecida a los señoríos étnicos
de la Sierra del Ecuador, caracterizados por la presencia de clases marcadas y
por la división del trabajo.
El
actual sitio arqueológico está conformado por siete estructuras hundidas en el
suelo y dos recintos conocidos con el nombre del “baño del Inca”, además de
escalonados de piedra, petroglifos en los ríos aledaños y caminos comunicantes.
Los
espacios hundidos semejan piscinas que fueron usadas como espejo de agua. En
total son siete estructuras cavadas en la tierra, recubiertas con mampostería
de piedra con formas rectangulares y semicirculares, que se encuentran ubicadas
de tal manera que forman una cruz horizontal.
Hay
además una estructura poligonal de veinte lados, a la que llegaba el agua desde
otro depósito de forma cuadrada. La séptima piscina está alejada de las demás y
se llega a ella por un sendero natural de 1 Km. Las piscinas constan de gradas
de acceso, canales y acometidas de agua.
Los
hundimientos artificiales mencionados eran un centro ceremonial, en el que el
agua constituía un elemento ritual, un elemento sagrado por ser fuente de vida.
El agua también era usada en los actores religiosos más importantes como los de
iniciación, purificación y fertilidad.
Todos estos
datos apuntan a que los yumbos tenían una organización bien definida de los
espacios, unos fueron destinados para la vivienda, otros para la agricultura y
los hundimientos encontrados para prácticas religiosas. También se han hallado
restos de cerámica y unas dos mil tolas o pirámides truncadas de hasta 20
metros de altura formadas con acumulación de tierra. Algunas de ellas constan
de rampas y escalones. Estas tolas yumbas servían para determinar el control
del territorio y la jerarquía social de quien las ocupaba. También se ha
encontrado evidencia de que hay variantes de unas a otras, algunas tiene
plataformas cuadradas, otras rectangulares y unas pocas ovoidales. También se
dice que fueron construidas como sitios de observación astronómica, de prácticas
religiosas y en muy pocos casos cumplían una función funeraria.
Tulipe también constituye uno de los pocos
monumentos arqueológicos de la Provincia de Pichincha que ofrece facilidades de
acceso para su visita así como una infraestructura que permite tener una idea
clara de la Cultura Yumbo y sus vestigios.
Se trata de un complejo arquitectónico de
gran importancia por la presencia de tolas, petroglifos, caminos y demás
pertenecientes a la cultura Yumbo y a su evolución histórica a lo largo de los
años. Toma su nombre de un pequeño rio que bordea el sitio, a su vez el Rio
Tulipe se convierte en uno de los afluentes del Bajo Guayllabamba, su paisaje
muestra los cambios de vegetación propios de nicho ecológico.
El valle sagrado de Tulipe tiene una belleza
paisajística en la que se puede apreciar los cambios de vegetación que se van
dando desde que se empieza el descenso de las estribaciones de la Cordillera
Occidental.
En 1982 se iniciaron los estudios de las
llamadas “Piscinas” de Tulipe, tras tomar importancia como asentamiento
prehispánico en los estudios realizados por Frank Salomón, reconocido
antropólogo.
La provincia de los Yumbos como se la llamaba en las primeras actas del Cabildo de
Quito, ocupo un territorio que vas mas allá de las parroquias anteriormente
nombradas que pertenecen al Distrito Metropolitano de Quito, consideración que
se toma de la descripción dada por Cabello Balboa en 1583 en donde establece
que los yumbos habitaban en un territorio que se extendía desde Lita y Atacames
en el Norte, hasta Sigchos y Quito en el Sur, especialmente en las áreas que se
conocen como ceja de montaña o
estribaciones andinas.
El complejo, que muestra las evidencias
culturales del pueblo yumbo, abarca tres hectáreas de terreno y se divide en
dos partes: un espacio de difusión (museo) y otro de evidencias arqueológicas o
centro ceremonial (piscinas).
El museo está conformado por tres salas: en
la primera se aprecia el medio ambiente y la ubicación geográfica de Tulipe; en
la segunda sala se encuentran las evidencias ancestrales que datan del año 600
d.C (cerámicas, estratigrafía y arquitectura piramidal de las tolas) y, en el
tercer pabellón, están las tareas contemporáneas (actividades madereras y
agro-ganaderas) que realiza el habitante actual del área.
Desde la terraza de una de las salas, el
visitante tiene una vista panorámica de las seis piscinas en donde cada año se
celebra la fiesta del Equinoccio, ritual que da inicio al año agrícola.
En las piscinas, que tienen varias formas
(redondas, cuadradas, rectangulares), los chamanes y yachaks realizaban
ceremonias y cultos al Sol y la Luna. Además, los sabios las utilizaban como
espejos y observaban el cielo reflejado en el agua para sus estudios
astronómicos.
Quienes acudan al sitio tienen la oportunidad
de caminar por un sendero rodeado de árboles y plantas medicinales, rituales y
ornamentales que bordean el río Tulipe a lo largo de 1 km para llegar una
séptima piscina, la más grande, en donde se realizaban ritos de purificación.
El conjunto arqueológico está conformado por
ocho estructuras hundidas. El estado de conservación de las mismas es bastante
alterado por el paso de los años y la presencia de grandes árboles que durante
un tiempo ocuparon el lugar.
Las estructuras se clasifican según su forma
en:
Semicirculares Piscina 1 a 3
Rectangulares Piscina
2 a 4
Cuadrada Piscina
6
Poligonal Piscina
5
Circular Piscina
8
Cámara Estructura
7 o baño Inca
Además de estas se debe considerar el
complejo sistema de acueductos que proveían de agua a las piscinas y los
andenes y terracerías que forman parte del complejo. A continuación
analizaremos cada una de ellas, para tener un mejor entendimiento de la
estructura del centro ceremonial.
Tulipe para los entendidos tiene un trazado
armónico en donde se puede interpretar la unidad como categoría de
individualidad, y la secuencia de rocas como parte de la contraposición de lo
deforme y lo caótico, lo cual se pude observar en los muros que delimitan las
piscinas o los acueductos que las alimenta.
Además de una avanzada geometría que se puede
apreciar en la construcción de todas las piscinas, puesto que tomando líneas
rectas desde sus ángulos es posible acceder al centro exacto de la estructura, asi también la perfección de la
circunferencia y los anillos concéntricos que pertenecen a la estructura 8.
El origen del vocablo Tulipe es desconocido
pero se lo asocia con el grupo lingüístico de Macro Chibcha, dado que muchas de
las quebradas, ríos, y esteros terminan en pi o su equivalente pe, bi, be, que
significa aguo o río. Mientras que tuli
hace referencia a montículos artificiales o tolas. Lo que define a
Tulipe como el rio de las tolas o el agua de las tolas. Mas algunos pobladores
aseveran que el nombre y de las piscinas se debe a la presencia de tulipanes,
recortándole la ultima sílaba.
El pueblo Yumbo habito esta zona entre los
años 800 y 1660 d.C, antes de la llegada de los españoles. Según datación
arqueológica, hace 1 200 años antes de Cristo, en el periodo de Integración,
los Yumbos empezaron a construir centros sagrados, destinados a la formación de
sabios, culto a los dioses cósmicos, el estudio de la astrología, planificación
geométrico – ritual, medición y cálculo del tiempo.
Sus actos rituales y vida religiosa se
combinaban con las actividades cotidianas, encaminadas fundamentalmente al
intercambio de productos como: oro, sal, ají, coca, algodón, entre otros, con
la región andina asi como con la costa.
A la segunda mitad del periodo de integración
el pueblo Yumbo se establecía como una potencia mercantil con una solvencia
para todo el pueblo. Lo que permitió que se dedicaran a otras actividades como
es el caso de atender a su religiosidad, una producción selectiva y su
organización social estratificada probablemente de manera teocrática.
La gran erupción del Volcán Pululahua hace
2545 y 2460 causo graves estragos y terminó con el desarrollo de las culturas
de la zona. Se cree que la cultura
Cotocollao tuvo sobrevivientes y que estos migraron para buscar alimentos y refugio. Lo mismo sucedió con los Yumbos y también hay
evidencias de que el fin de las culturas Chorrera, Valdivia, y Machalilla fue
causado por la gran cantidad de ceniza que fue depositada en toda la costa del
Ecuador. Este concepto está claramente representado en el museo del Banco
Central del Ecuador en Bahía de Caráquez, en donde se presenta un corte de la
tierra en la que los restos de la cultura Valdivia y chorrera se encuentran
bajo una gran capa de ceniza del Volcán Pululahua que pone fin a su gran
desarrollo cultural.
Conforme pasan los años, los efectos dañinos
de la erupción se van borrando y los sobrevivientes empiezan a congregarse y
continuar con el desarrollo que fue cortado.
En el área de Tulipe la presencia de desarrollo empieza por segunda vez
en los años 800 d.C. y continua hasta 1690 d.C. que es interrumpida por la
erupción del Pichincha y no por la llegada de los Incas en los años 1400. La presencia de los Incas no interrumpió a
los Yumbos pues ellos mantuvieron su propio sistema de organización política y
económica. Manejaron las lenguas, los productos y la cultura de las dos partes.
Más tarde los españoles también conocieron de Yumbos e inclusive utilizaron sus
senderos para llegar hasta Esmeraldas y Manabí.
En la actualidad en las estribaciones de la
cordillera se puede observar algunos caseríos modernos, y la ocupación propia
de los terrenos agrícolas.
Museo De Sitio
Rumicucho
El nombre del Pucará deriva de dos voces
quichuas: "Rumi" (Piedra) y "Cucho" (rincón),
"Rumicucho" quiere decir "rincón de piedra"; aunque
antiguamente se denominaba Lulumbamba de "Lulum" (fruto) y
"Bamba" o "Pampa" (llanura o planicie) lo que significa
"llanura fértil".
En el Ecuador, los pucaráes se han
identificado a lo largo del callejón interandino, siendo muy numerosos aquellos
que se encuentran en la Sierra Norte, particularmente en el área comprendida
entre los valles de los ríos Chota y Guayllabamba, en las provincias de
Imbabura y Pichincha. De éstos, el Pucará de Rumicucho ha sido investigado y
restaurado en gran parte de sus estructuras de piedra, por lo que se conoce su
funcionalidad durante las etapas tardías de la historia aborigen del país.
La palabra quichua pucará identifica un tipo
de edificación aborigen muy común en los Andes de Sudamérica. Estas
construcciones, generalmente levantadas en la cima de colinas con ubicación
estratégica, fueron utilizadas durante la expansión del incario en calidad de
fortalezas para defender territorios conquistados o como lugares de
aprovisionamiento de víveres para los ejércitos empeñados en la expansión del
Estado Inca.
Se encuentra ubicado en la provincia de
Pichincha, cantón Quito, en la parroquia de San Antonio de Pichincha. El Pucará
se encuentra a 4 km al norte de San Antonio de Pichincha. En el extremo norte
se encuentra el encañonado del río Guayllabamba y en dirección al sur, la
quebrada Colorada. Al este una planicie limitada por los cerros de la
Providencia y Catequilla y al oeste de los cerros de La Marca y Padre Rumi.
El paisaje dominante es de tipo desértico,
con una rala cobertura vegetal formada por especies xerofíticas, entre las que
se encuentran los cactus, tunas, pencos, matorrales como la chilca y mosquera y
árboles como el quishuar, molle, algarrobo y campeche. El territorio en el que se encuentra el
Pucará forma parte de la zona Xerofítica Equinoccial de la Provincia de
Pichincha, cuya temperatura media es de 18 °C.
El término quichua “pucará” significa
fortaleza o lugar fortificado. Los pucaráes están asociados con la etapa
incaica, y las primeras evidencias datan de finales del siglo XV. El Pucará de
Rumicucho fue construido por los incas como un centro militar de control en el
territorio de Quito, a la vez que fue utilizado como un puesto de avanzada en
la conquista de los pueblos ubicados en Cayambe y Caranqui.
La forma alargada de la colina en que se
encuentra, determinó que la edificación se distribuya en varios espacios
horizontales, rodeados por sólidos muros de contención. De acuerdo a los
estudios realizados, se desprende que la colina, originalmente de superficie
curva, fue modificada intencionalmente para obtener una forma escalonada,
dejando al centro una plataforma rectangular que cumplió funciones de carácter
ceremonial, a juzgar por la amplia visibilidad que proporciona en los cuatro
puntos cardinales, cuanto también por la ausencia de restos de ocupación
humana.
En los extremos de este espacio se
distribuyen dos terrazas a cada lado, en cuyo interior se ubican varios
recintos habitacionales actualmente identificados por los cimientos, agujeros
de postes, gran cantidad de restos de alimentación y desechos de objetos de
cerámica, piedra y hueso.
Este sitio tuvo una funcionalidad militar,
pero también se han descubierto evidencias que permiten afirmar que fue
utilizado como un centro ceremonial. La población asentada en este lugar, a más
de cumplir labores relacionadas con la subsistencia, estaba dedicada a la
elaboración de tejidos, afirmación que se confirma por el hallazgo de
centenares de herramientas textiles elaboradas en hueso de camélido,
principalmente llamas.
Esta construcción está asentada sobre una
colina natural de aproximadamente 600 metros de largo, 150 de ancho y 24 de
altura. Se modificó la superficie para conseguir una estructura piramidal a
base de espacios horizontales o terrazas, de las cuales la del centro es la más
alta.
En los bordes de cada plataforma se
construyeron muros de pirca utilizando piedra andesita. Esta técnica sirvió
para edificaciones del interior del Pucará, se supone que en la época de su uso
debieron tener techo de madera y paja.
El pucará esta compuesto por cinco espacios
atarazados poseen construcciones de diferentes formas y tamaños, siendo los más
comunes los rectangulares y cuadrangulares.
Cuando se llega al pucará, el lugar de
partida para realizar el recorrido es la Quinta Terraza. Se encuentra al sur
del pucará, tiene una forma rectangular, en un extremo esta delimitado por un
muro circular. El acceso se halla en el lado occidental que mira a la planicie.
En el interior se encuentran dos áreas con evidencias edificadas. En la parte
sur, se conserva la cimentación de una casa de forma rectangular, mientras que
en el lado opuesto, se distribuyen varias construcciones alrededor de un patio
central.
En esta terraza se encontraron varios
materiales o elementos que establecen que en este sitio se encontraban las
casas de las personas que estaban encargadas de servir y mantener el
funcionamiento del pucará.
Cuarta Terraza: Esta terraza está a
continuación de la anterior y a un nivel más alto, se extiende un espacio
rodeado por los muros de contención. En el interior no existen edificaciones,
salvo un pequeño cuarto en la esquina sur oeste, con función de puesto de
control en el trayecto a la parte alta. En esta terraza la gente se reunía
antes de acceder a la cima del edificio, considerado el lugar de mayor
importancia ritual. Este espacio, a más de permitir el ingreso a la tercera a
través de una escalinata, se conecta con la segunda por medio de dos andenes
longitudinales, también delimitados por muros de contención.
Tercera Terraza: Es la parte más alta del
Pucará y desde su cima se puede observar la extensa superficie y todo lo que se
encuentra en los cuatro puntos cardinales. Esta plataforma, similar a otras
identificadas en el área de Rumicucho, marcaba con toda seguridad el centro del
edificio y el lugar de celebración de ritos. Esta terraza, igual que en el
extremo sur, tiene otra escalinata para bajar a la segunda.
Cuando se hacían las excavaciones en el interior de esta terraza se encontraron
muchos desechos alimenticios como huesos, partes de cerámica y objetos de
piedra.
Desde este lugar se puede divisar al norte el
Nudo de Mojanda, el Cerro Fuya-Fuya y las poblaciones de Atahualpa, Puéllaro y
Alchipichi; al sur esta la entrada a la ciudad de Quito; al este el Cerro La
Providencia y el Catequillas, el Volcán Cayambe, y el Cerro Paco. También se
puede observar al Casitahua, al Cerro de La Marca y al Padre Rumy. En la
planicie se encontraban los Ushnus. Existen dos importantes quebradas, la
Quebrada Colorada y la Quebrada de Shaigua.
Segunda Terraza: Los recintos descubiertos
debieron servir como lugares de consumo de alimentos y bebidas, luego de las
actividades ceremoniales realizadas en la parte más alta del edificio.
La estructura circular, actualmente
incompleta por la erosión sufrida en la parte adyacente al barranco, se hallaba
cubierta con una armazón de madera, a
juzgar por los agujeros de poste identificados en su interior. En la parte
occidental, y junto al segundo muro de contención, se encuentran dos recintos
pequeños, identificados como cocinas.
Se trató de lugares en donde se preparaba la
comida en fogones de piedras semi enterradas y se guardaba el agua en grandes
arríbalos asentados en agujeros
realizados en el suelo. En el área de las cocinas se recuperó una gran cantidad
de restos de alimentación, como huesos de llama, cuy, pato, a más de caracoles
de tierra y otros restos de fauna.
Primera Terraza: Corresponde al espacio más
extenso del Pucará, localizado en el extremo norte del edificio. Se conoce, por
las evidencias superficiales, la existencia de un muro perimetral, un
corredor y una estructura circular en el
extremo noroeste, vestigios que no han sido excavados.
Mientras que en la parte sur y cerca de
la segunda terraza, se aprecia la
existencia de una casa de habitación de forma rectangular, actualmente
investigada y restaurada. Se sabe que ésta fue un lugar de vivienda y en los
sectores adyacentes la gente realizaba tejidos y objetos de hueso.
En esta parte se encuentra una gran piedra
denominada Huanca, que se cree que fue utilizada como instrumento astronómico.
Su origen probablemente sea del Pululahua.
Al lado occidental de pucará se encuentran
vestigios de dos cocinas, más adelante se encuentran los restos de un fogón
original, en el cual preparaban los alimentos para todos los habitantes del
pucará. También se encontró un gran basural con huesos de llamas, alpacas,
patos, armadillos, conejos, venados, peces y monos.
Se puede decir que el Pucará fue una pequeña
ciudadela, construida con materiales propios de la zona como la piedra de color
rosado, tierra, piedra pómez, madera y paja recogida en las partes altas de las
montañas.
El agua se obtenía de vertientes localizadas
en la parte oriental del pucará y cerca de la quebrada de Monjas. Las
edificaciones responden a un patrón arquitectónico incaico.
Parque Arqueológico
Rumipamba
En
este Museo Arqueológico y Natural se encuentran las evidencias de la cultura
Quitu, y de culturas aún más antiguas de la historia aborigen del Ecuador que
habitaron Rumipamba de manera discontinua a lo largo de la historia.
Rumipamba, palabra quichwa que significa pampa
o «planicie de la piedra», es un museo in situ cuyos vestigios corresponden a
diversos periodos arqueológicos, entre los que están: restos del periodo
denominado Formativo Tardío, desde 1500 a.C. al 500 a.C. estudiado por la
evidencia de restos cerámicos de esta datación; existen vestigios del periodo
posterior denominado de “Desarrollo Regional”, desde el 500 a.C. al 500 d.C.,
caracterizado por la presencia de tumbas y asociado a fragmentos de platos
trípodes perforados y variedad de cerámicas encontradas en el sitio.
La evidencia del período de Integración, desde
el 500 d.C. a 1500 d.C., está compuesta por restos de aldeas y viviendas
construidas en barro y techumbre de paja, las mismas que se construyeron
rodeadas por muros de piedra. De este período hay también evidencia de tumbas
poco profundas, ubicadas muy cerca de las estructuras habitacionales antes
mencionadas. Estas estructuras funerarias constan de ajuares cerámicos que nos
dan indicios de sus costumbres rituales relacionadas con la muerte. Finalmente,
del último periodo precolonial se pueden apreciar paredes incas. También
existen coluncos, senderos cavados por los habitantes Yumbos de esta zona
durante siglos antes de la conquista española, y que eran usados para atravesar
los Andes y llegar a la Costa.
Seguramente,
la ocupación de este lugar no fue continua. Debió haberse interrumpido por las
erupciones volcánicas, especialmente las del Pululahua y las del Guagua Pichincha.
Estos y otros datos aún están en investigación. Las excavaciones arqueológicas
están en progreso y el visitante puede observar cómo se realiza el trabajo de
campo del investigador.
El Parque Arqueológico y Ecológico Rumipamaba
cubre un área de 32 hectáreas donde se ha encontrado, a partir del año 2001,
gran cantidad de evidencias arqueológicas anteriores a la conquista española,
especialmente de carácter arquitectónico. El espacio arqueológico se encuentra
atravesado por la quebrada del mismo nombre que se origina en los flancos
occidentales del volcán Pichincha. En medio de este exuberante paisaje podemos
visitar y observar los sitios de excavación y restauración de la cerámica, uno
de los elementos que más abunda en el sitio.
También
se ha podido dilucidar por la abundante presencia de metales que tenían una
dieta basada en la preparación de granos.
La
mayoría de los vestigios antes descritos hacen referencia a pisos compactos de
tierra chocoto, agujeros de postes que demuestran la técnica constructiva de
"bahareque" primario, muy utilizado en este estilo de casa denominada
bohíos. También existen en el lugar muros de contención, tumbas de variado
tipo, evidencias de un posible "culunco" similar a los caminos
hundidos de los yumbos de Tulipe, ya mencionados. Todas estas evidencias están
asociadas a la cerámica que abunda en el lugar y corresponden a diferentes
periodos históricos.
En el museo arqueológico Rumipamba, usted
podrá visitar cinco unidades de exhibición bien delimitadas. Cada una consta de
fichas de información, fotografía, mapas e infografías de lo que el visitante
encontrará, así como la exhibición de las evidencias arqueológicas luego de la
excavación.
La
visita al parque Rumipamba es muy atractiva porque permite realizar el recorrido
en sus espacios originales. Además Rumipamba permite conocer un nuevo lado del
la ciudad quiteña, en donde se encuentra un cúmulo de historia a través de los
vestigios del pasado encontrados muy cerca de la zona comercial de la ciudad.
Museo De Sitio La
Florida
Ubicada en Antonio Acosta y Antonio Román
Esq. Florida Alta la atención que se da en el lugares de Mier. – Dom. 09:00
-17:00. El proyecto museológico se inició en 2002, partiendo de la premisa que
este era un ex centro ceremonial de la civilización de los Quitus, se une
interrelaciona con la red de sitios arqueológicos de la capital conformada por
Tulipe, Rumipamba, Cotocollao.
Ponchos forrados con mullos de concha
Spondylus y concha madre perla, compoteras, pondos, joyas elaboradas en oro,
plata y cobre, son parte de las evidencias que reúne este sitio arqueológico.
Pero, las investigaciones se remontan a la
década de los setenta. En 1930 Jacinto Jijón y Caamaño reportó este lugar.
Luego el Banco Central con un equipo de arqueólogos descubrieron seis tumbas.
Ahora estas quedan al descubierto para que el público pueda conocer su
estructura. Las tumbas ponen en evidencia a La Florida como centro ceremonial o
cementerio. Cada una tiene entre 15m y 17m de profundidad, con enterramientos
asociados a una rica ofrenda funeraria.
Para efectos didácticos, varios cuerpos
sintéticos, elaborados a partir de las evidencias óseas y la posterior
reconstrucción de los cráneos y cuerpos de los antiguos pobladores quiteños,
fueron colocados en una de las tumbas, de la misma manera como fueron
enterrados entre los años 220 d.C y 640 d.C.
La concha spondylus, material que cubre los
ponchos de los individuos enterrados, fue de gran valor para los Quitus.
Representaba la fertilidad de la tierra y pone en evidencia su nexo con las
culturas de la costa mediante los Yumbos, los individuos que vestían trajes con
spondylus, al recibir un trato especial, podrían haber sido sacerdotes,
caciques o jefes shamanes que fueron enterrados en la necrópolis.
Mediante una cámara robot se permite al
visitante una vista del interior de las mismas, haciendo del recorrido una
manera dinámica de adentrarlos en la historia y cosmovisión de los Quitus. Las
tumbas tienen forma de botella o chimenea, cuentan con una plataforma y una
cámara interna en las que fueron enterrados los Quitus, estas fueron construidas en cangahua, hace
1400 años.
La muestra cuenta también con evidencias de
la simbología y rituales que se realizaban, y que son explicados de manera
consistente en relación al material encontrado, la cerámica que utilizaron los Quitus, tiene relación directa
con la técnica (doble cocción) de los Carchis.
Una de las ventajas de la curación de la
muestra es que el recorrido se puede realizar solo, siendo de mejor provecho
contar con una guía del lugar para explicar las dudas que se pueda generar, el
recorrido tiene una duración de una hora y diez minutos aproximadamente
Las evidencias que fueron encontradas recibieron un
tratamiento especial para lograr su reconstrucción. Los diseños que poseen las
vasijas figuran serpientes, rayos, sembríos lluvia, entre otros. Pero lo más
importante es que el visitante comprenda su elaboración
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