domingo, 10 de mayo de 2015

MUSEO DE SITIO

Parque Arqueológico Y De Investigación Científica Cochasquí
Buenos días, bienvenidos al Parque Arqueológico y de Investigación Científica Cochasqui, el cual se encuentra ubicado en el norte de la provincia de Pichincha, corresponde jurídicamente a la parroquia Tocachi del Cantón Pedro Moncayo, situado a 3100 m.s.m.n a 0º 36´ 35´´ de latitud norte, a 55 Km de la ciudad de Quito y a 3 100 metros sobre el nivel del mar, en un terreno irregular quebradizo lo que permite una amplia visibilidad de cerros, nevados y valles de la sierra ecuatoriana. Etimológicamente Cochasquí significa: COCHAS = lago QUI = mitad, es decir Mitad de los Lagos.
El 20 de marzo de 1979 el sitio arqueológico fue declarado Patrimonio Cultural del Ecuador, posteriormente el H. Consejo Provincial de Pichincha en 1981 asume la responsabilidad de la preservación, investigación y difusión de este bien cultural, tarea en la cual la actual administración del Gobierno Provincial se muestra empeñada en seguir impulsando su desarrollo.
La zona arqueológica comprende una extensión de 83,9 hectáreas, área en la cual encontramos claros testimonios de construcciones monumentales pre-incas, representadas por 15 pirámides truncas de las cuales 9 se hallan provistas de rampa y las 6 restantes sin rampa. Existe también un número aproximado de 21 montículos funerarios de planta redonda, conocidos también como TOLAS. Estas pirámides fueron construidas con bloque tallado de cangahua y chocoto. Históricamente corresponde a la cultura “Quitu-Cara” del período de Integración (500-1533 D.C.)
Existen varias teorías que hablan de la funcionalidad de las pirámides y tolas circulares de Cochasquí: La más difundida es la del arqueólogo Alemán Max Uhle, quien en 1 933, dijo que el recinto entero conforma un sitio ceremonial - ritual puesto que se encontró 556 cráneos en una de las pirámides. Esta investigación fue apoyada en 1 964 por el arqueólogo Udo Oberen, y por el "grupo Ecuador". Veintidós años después, en 1 986, el astrónomo ruso Valentín Yurevitch concluyó que Cochasquí fue también un sitio astronómico de inmensa importancia para la cultura Quitu - Cara, durante la etapa preincásica.
En los años 1964-1965 un grupo de arqueólogos alemanes realizó investigaciones seleccionando varios lugares a ser excavados. Los resultados iniciales evidencian dos fases de ocupación:
- COCHASQUI I (950-1250) Cerámica representativa: vasija zapatoide.
- COCHASQUI II (1250-1550) Cerámica representativa: olla trípode y ánforas.
Dentro del parque podemos ver esta Casa circular llamada bohío, su característica es que es circular sin ventanas y por donde entra la luz es por un espacio circular en el techo, esta casa esta construida con materiales del sector como: - Chocoto (barro negro) - Chaguarqueros (tallo de la cabuya) - Chilpe (cuerda o fibra de la cabuya) - Cerote (árbol nativo) - Lechero (árbol nativo) - Paja de páramo
El Parque Arqueológico Cochasquí en la actualidad dispone de las siguientes áreas para ser visitadas:
- Museo Arqueológico (piezas en cerámica y lítica) - vivienda prehispánica con materiales del sector - Museo Bélico (restitución de un Pucará, instrumentos bélicos y musicales) - Jardines Etnobotánicos (plantas nativas medicinales en proceso de extinción) - Puente Colgante - Mirador
Al Parque Arqueológico Cochasquí se puede llegar tomando la Panamericana Norte vía Tabacundo, donde existe el respectivo letrero de señalización, el horario de atención es desde las 08h30 a 16h30 todos los días, se cuenta con el servicio de guías especializados.




Museo De Sitio Cotocollao

En este museo se destacan las características Culturales de los primeros asentamientos Formativos descubiertos en el Valle de Quito, basadas en las evidencias arqueológicas recuperadas en este Sitio de Cotocollao, el mapa importante detectado hasta hoy en la Meseta de Quito. El formativo representa un medio de vida basado por primera vez en la producción de alimentos, es decir en la manipulación progresiva de productos agrícolas, especialmente el maíz, la yuca, poroto, etc. Supone una serie de desarrollo de procesos culturales que van adoptando paulatinamente. Se caracterizan por: Una Vida sedentaria en asentamientos cada vez más estables, Organización social basada en linajes que practican la reciprocidad y el culto a los antepasados y que reconocen la propiedad comunal de la tierra, Construcción de viviendas permanentes para familias amplias, Aparición y desarrollo de la alfarería, circunstancia que permite la cocción de alimentos en recipientes de barro, Uso del algodón para la confección de vestidos, Perfeccionamiento técnico en la fábrica de artefactos en piedra para moler, cortar, perforar, sembrar, La cacería, la pesca siguen siendo actividades importantes, pero complementarias. En estas sociedades sedentarias en ceremonialismo adquiere importancia respecto a los ritos agrarios y de fertilidad y se inicia la construcción de centros ceremoniales.
La actividad volcánica en territorio ecuatoriano es una de las más intensas del mundo. En el Valle de Quito, los volcanes Pichincha, Pululahua, Ninahuilca y Casitagua, han protagonizado una larga historia de  erupciones que alteraron significativamente el paisaje y marcaron el destino de las poblaciones asentadas en sus inmediaciones.
El Pichincha con sus 12km. En su base, 4794m de altura y sus volcánicos apagados RUCU-PICHINCHA Y CONDOR HUACCHANA, mantiene una actividad su caldera principal ubicada en el GUAGUA- PICHINCHA. No obstante los riesgos inherentes a vivir en las faldas de este peligroso volcán desde el Periodo Formativo (+-1.500 a.C.) se asentaron grupos humanos que enfrentaron el reto de forjar su historia aquí, bajo la permanente amenaza del fuego, la ceniza y los aluviones.
La vertiente oriental del volcán Pichincha constituye un sistema de drenaje que se encauzaba a través de 68 quebradas que antiguamente alimentaban las lagunas del Sur y Norte de Quito. Junto a estas quebradas y lagunas se asentaron los primeros pobladores (+- 1.500 – 500 A.C.), en grupos dispersos de familias de tradición Cotocollao.
Las lagunas del Norte de Iñaquito se desecaron y recargaron en varias ocasiones, como consecuencia de las erupciones volcánicas, depósitos de ceniza y aluviones de gran potencia hasta que en los primeros años de la
Colonia desaparecieron por completo.
En la zona de Quito existió una serie de nichos ecológicos diferentes que permitieron la explotación de recursos abundantes y variados. El área de Cotocollao era muy favorable para los primeros asentamientos humanos y el desarrollo de la agricultura, gracias a su clima suave, temperaturas constantes, lluvias moderadas y suelos fértiles, así como la presencia de dos lagunas, hoy desecadas.
Las tierras de Cotocollao fueron las más aptas de todo el valle de Quito para la agricultura porque no son ni húmedas ni secas. En realidad se da un movimiento balanceado del agua que cae en forma de lluvia, razón por la cual los suelos son automáticamente fértiles durante todo el año.
El altiplano de Quito se destaca también por ser un punto estratégico para el intercambio con la Costa y la región Amazónica a través de bocas de montañas de fácil tránsito, situación que beneficio a los pobladores de Cotocollao.
El poblado Formativo Cotocollao se ubicó a 2.800 msnm, al norte de la actual ciudad de Quito, junto a una laguna existente en este lugar. Desde 1.500 A.C. el poblado fue creciendo paulatinamente sobre las laderas del Pichincha, constituido por “grupos de casas” que llegaron a ocupar un área 12 Arqueología de Quito I Fase Cotocollao, Pedro Porras, Quito. Tuvieron un aproximado 26 hectáreas y una población aproximada de 750 habitantes en el año 500 A.C., época en la que fue destruido por una erupción del volcán Pululahua.
Construyeron casas rectangulares (5X8 mts.) con paredes de bareque y techo de paja, orientadas siempre al este y asentadas sobre pequeñas ”grandas” cortadas en la cangahua para nivelar el terreno.
En su interior había camas y repisas levantadas del suelo, fogones y un hogar propiamente dicho en el centro. Existían también huecos grandes para almacenamiento, ubicados dentro y fuera de las casas de los sitios de elaboración de cerámica.
La selectiva y continua ocupación de un sector particular del poblado como área de entrenamiento reservada para determinados grupos, demuestra su Organización Social basada en lazos de descendencia común o linaje, las prácticas de ritos funerarios y el culto a los antepasados. Estas circunstancias reflejan también un “status” diferencial dentro de la Organización Social temprana, así como la existencia de primeros socioeconómicos que demuestran una estratificación y diferenciación entre poblados.
Las excavaciones pusieron al descubierto un cementerio con más de 200 esqueletos en perfecto estado de conservación. En la fase temprana del poblado (1.500 – 1.100 A.C.) enterraban a sus muertos en tumbas individuales. El cadáver era colocado en posición flexionada, rodeado de piedras y cubierto con hojas de maíz. Aparentemente fueron personas que recibieron un trato preferencial por su rango privilegiado dentro del poblado.
Por encima de estos enterramientos se hallaron otros que constituían la parte tardía del cementerio y fueron depositados en diversas posiciones y direcciones, formando una especie de “fosa común”. El tipo de enterramiento más generalizado es en posición flexionada. Algunos se hallaban sentados con los brazos fuertemente atados alrededor de las piernas. Existen entierros secundarios, o conjuntos de huesos vueltos a enterrar formando “paquetes”. Pocas ofrendas fueron depositadas junto a los muertos. Los recipientes de cerámica y piedra se hallaron fracturados intencionalmente, seguramente por efecto de algún rito funerario.
El estudio de los esqueletos determinó la presencia de niños, jóvenes y adultos de ambos sexos. Existe una paridad entre adultos masculinos (42) y femeninos (40), con la salvedad de que en 73 casos no se pudo identificar el sexo.  La deformación craneana no es generalizada pero se da en todo los grupos de edad y sexo y consistente, generalmente de un aplanamiento occipital. La expectativa de vida al momento de nacer fue de 28 años
La cerámica se caracteriza por una variedad de formas de vasijas con decoraciones únicas y exclusivas. Conocieron 21 técnicas decorativas y 60 motivos o diseños básicos. Cabe resaltar la presencia de botellas de forma similar a las de Machalilla y Chorrera, así como una variedad local que ha sido denominada “Cotocollao” por ser diagnóstica de este sitio. En el Ecuador, la botella con asa en forma de estribo aparece, acaso por primera vez, en esta zona de Quito hacia el año de 1.500 A.C., y es una de las evidencias más antiguas en Sudamérica.
La Cultura Cotocollao se destaca por su gran desarrollo técnico en el trabajo en piedra: herramientas de obsidiana, basalto y pedernal, en la elaboración de hachas para las tareas agrícolas, piedras de moler, metates y morteros para tareas domésticas.
Merecen especial atención los recipientes de piedra minuciosamente trabajados y decorados. Su forma y tamaño los hacen únicos en el Ecuador, y es evidente que fueron elaborados por especialistas para fines ceremoniales.
Se evidencia también dos formaciones de lagunas cercanas al poblado, que implica una explotación de recursos lacustre: totora, arcilla, arena, limo y faunísticos (con sus derivados: aves, huevos, caza). Las quebradas aledañas que, a más de agua fresca durante todo el año, proveen de piedras para la fabricación de recipientes decorados.
Accedieron a los productos “exóticos” de lo que hoy es el noroccidente de Pichincha: algodón, ají, sal, coca, etc. Los pobladores de Cotocollao inician la exportación de la obsidiana hacia la Costa para la elaboración de utensilios de uso doméstico y artesanal. La gran cantidad de torteros (“fusiolas” o volantes de hueso) de cerámica para hilado, así como las improntas de textiles, permiten inferir el uso del algodón por la confección de prendas de vestir.
Los pobladores de Cotocollao fueron, ante todo, agricultores con amplia experiencia en el cultivo de maíz, poroto, quinua, papa, oca y chochos. Consumieron también plantas y frutos silvestres. La dieta se complementó con la caza de venado, conejo, guanta, puma y lobo (esto es evidencia por los huesos recuperados en los basurales). Así mismo se han encontrado restos de cuy, de pequeños reptiles, llama, tórtola y otras aves.




Complejo Arqueológico Tulipe

En este espacio del callejón interandino se ubicaron los antiguos pobladores de Tulipe, palabra originaria del idioma quitu cara que significa «agua que baja de las tolas». Tulipe, según los estudios realizados, corresponde al periodo de integración y su principal desarrollo data del 800 al 1660 d.C., época en la que se constituyó como un importante centro religioso en el que se celebraban las ceremonias más representativas del pueblo yumbo. Pero hay que tener especial cuidado con esta cronología ya que de acuerdo al análisis arqueológico de Tulipe también se encuentran evidencias de dos épocas más: el Formativo, y el período de conquista Inca.

Los asentamientos o aldeas de esta cultura se extendieron en Nanegal, Pacto, Gualea, Mindo, Cachillacta, Bolaniguas, Cocaniguas, Nono, y se considera que sus límites llegaban a las costas del Ecuador y se extendían hasta las estribaciones occidentales de la cordillera.
 Los yumbos tenían una organización social sumamente parecida a los señoríos étnicos de la Sierra del Ecuador, caracterizados por la presencia de clases marcadas y por la división del trabajo.
 El actual sitio arqueológico está conformado por siete estructuras hundidas en el suelo y dos recintos conocidos con el nombre del “baño del Inca”, además de escalonados de piedra, petroglifos en los ríos aledaños y caminos comunicantes.
 Los espacios hundidos semejan piscinas que fueron usadas como espejo de agua. En total son siete estructuras cavadas en la tierra, recubiertas con mampostería de piedra con formas rectangulares y semicirculares, que se encuentran ubicadas de tal manera que forman una cruz horizontal.
 Hay además una estructura poligonal de veinte lados, a la que llegaba el agua desde otro depósito de forma cuadrada. La séptima piscina está alejada de las demás y se llega a ella por un sendero natural de 1 Km. Las piscinas constan de gradas de acceso, canales y acometidas de agua.
 Los hundimientos artificiales mencionados eran un centro ceremonial, en el que el agua constituía un elemento ritual, un elemento sagrado por ser fuente de vida. El agua también era usada en los actores religiosos más importantes como los de iniciación, purificación y fertilidad.
 Todos estos datos apuntan a que los yumbos tenían una organización bien definida de los espacios, unos fueron destinados para la vivienda, otros para la agricultura y los hundimientos encontrados para prácticas religiosas. También se han hallado restos de cerámica y unas dos mil tolas o pirámides truncadas de hasta 20 metros de altura formadas con acumulación de tierra. Algunas de ellas constan de rampas y escalones. Estas tolas yumbas servían para determinar el control del territorio y la jerarquía social de quien las ocupaba. También se ha encontrado evidencia de que hay variantes de unas a otras, algunas tiene plataformas cuadradas, otras rectangulares y unas pocas ovoidales. También se dice que fueron construidas como sitios de observación astronómica, de prácticas religiosas y en muy pocos casos cumplían una función funeraria.
Tulipe también constituye uno de los pocos monumentos arqueológicos de la Provincia de Pichincha que ofrece facilidades de acceso para su visita así como una infraestructura que permite tener una idea clara de la Cultura Yumbo y sus vestigios.
Se trata de un complejo arquitectónico de gran importancia por la presencia de tolas, petroglifos, caminos y demás pertenecientes a la cultura Yumbo y a su evolución histórica a lo largo de los años. Toma su nombre de un pequeño rio que bordea el sitio, a su vez el Rio Tulipe se convierte en uno de los afluentes del Bajo Guayllabamba, su paisaje muestra los cambios de vegetación propios de nicho ecológico.
El valle sagrado de Tulipe tiene una belleza paisajística en la que se puede apreciar los cambios de vegetación que se van dando desde que se empieza el descenso de las estribaciones de la Cordillera Occidental.
En 1982 se iniciaron los estudios de las llamadas “Piscinas” de Tulipe, tras tomar importancia como asentamiento prehispánico en los estudios realizados por Frank Salomón, reconocido antropólogo.
La provincia de los Yumbos como se la  llamaba en las primeras actas del Cabildo de Quito, ocupo un territorio que vas mas allá de las parroquias anteriormente nombradas que pertenecen al Distrito Metropolitano de Quito, consideración que se toma de la descripción dada por Cabello Balboa en 1583 en donde establece que los yumbos habitaban en un territorio que se extendía desde Lita y Atacames en el Norte, hasta Sigchos y Quito en el Sur, especialmente en las áreas que se conocen  como ceja de montaña o estribaciones andinas.
El complejo, que muestra las evidencias culturales del pueblo yumbo, abarca tres hectáreas de terreno y se divide en dos partes: un espacio de difusión (museo) y otro de evidencias arqueológicas o centro ceremonial (piscinas).
El museo está conformado por tres salas: en la primera se aprecia el medio ambiente y la ubicación geográfica de Tulipe; en la segunda sala se encuentran las evidencias ancestrales que datan del año 600 d.C (cerámicas, estratigrafía y arquitectura piramidal de las tolas) y, en el tercer pabellón, están las tareas contemporáneas (actividades madereras y agro-ganaderas) que realiza el habitante actual del área.
Desde la terraza de una de las salas, el visitante tiene una vista panorámica de las seis piscinas en donde cada año se celebra la fiesta del Equinoccio, ritual que da inicio al año agrícola.
En las piscinas, que tienen varias formas (redondas, cuadradas, rectangulares), los chamanes y yachaks realizaban ceremonias y cultos al Sol y la Luna. Además, los sabios las utilizaban como espejos y observaban el cielo reflejado en el agua para sus estudios astronómicos.
Quienes acudan al sitio tienen la oportunidad de caminar por un sendero rodeado de árboles y plantas medicinales, rituales y ornamentales que bordean el río Tulipe a lo largo de 1 km para llegar una séptima piscina, la más grande, en donde se realizaban ritos de purificación.
El conjunto arqueológico está conformado por ocho estructuras hundidas. El estado de conservación de las mismas es bastante alterado por el paso de los años y la presencia de grandes árboles que durante un tiempo ocuparon el lugar.
Las estructuras se clasifican según su forma en:
Semicirculares       Piscina 1 a 3
Rectangulares       Piscina 2 a 4
Cuadrada Piscina 6
Poligonal  Piscina 5
Circular    Piscina 8
Cámara     Estructura 7 o baño Inca
Además de estas se debe considerar el complejo sistema de acueductos que proveían de agua a las piscinas y los andenes y terracerías que forman parte del complejo. A continuación analizaremos cada una de ellas, para tener un mejor entendimiento de la estructura del centro ceremonial.
Tulipe para los entendidos tiene un trazado armónico en donde se puede interpretar la unidad como categoría de individualidad, y la secuencia de rocas como parte de la contraposición de lo deforme y lo caótico, lo cual se pude observar en los muros que delimitan las piscinas o los acueductos que las alimenta.
Además de una avanzada geometría que se puede apreciar en la construcción de todas las piscinas, puesto que tomando líneas rectas desde sus ángulos es posible acceder al centro exacto de la  estructura, asi también la perfección de la circunferencia y los anillos concéntricos que pertenecen a la estructura 8.
El origen del vocablo Tulipe es desconocido pero se lo asocia con el grupo lingüístico de Macro Chibcha, dado que muchas de las quebradas, ríos, y esteros terminan en pi o su equivalente pe, bi, be, que significa aguo o río. Mientras que tuli  hace referencia a montículos artificiales o tolas. Lo que define a Tulipe como el rio de las tolas o el agua de las tolas. Mas algunos pobladores aseveran que el nombre y de las piscinas se debe a la presencia de tulipanes, recortándole la ultima sílaba.
El pueblo Yumbo habito esta zona entre los años 800 y 1660 d.C, antes de la llegada de los españoles. Según datación arqueológica, hace 1 200 años antes de Cristo, en el periodo de Integración, los Yumbos empezaron a construir centros sagrados, destinados a la formación de sabios, culto a los dioses cósmicos, el estudio de la astrología, planificación geométrico – ritual, medición y cálculo del tiempo.
Sus actos rituales y vida religiosa se combinaban con las actividades cotidianas, encaminadas fundamentalmente al intercambio de productos como: oro, sal, ají, coca, algodón, entre otros, con la región andina asi como con la costa.
A la segunda mitad del periodo de integración el pueblo Yumbo se establecía como una potencia mercantil con una solvencia para todo el pueblo. Lo que permitió que se dedicaran a otras actividades como es el caso de atender a su religiosidad, una producción selectiva y su organización social estratificada probablemente de manera teocrática.
La gran erupción del Volcán Pululahua hace 2545 y 2460 causo graves estragos y terminó con el desarrollo de las culturas de la zona.  Se cree que la cultura Cotocollao tuvo sobrevivientes y que estos migraron para buscar alimentos y refugio.  Lo mismo sucedió con los Yumbos y también hay evidencias de que el fin de las culturas Chorrera, Valdivia, y Machalilla fue causado por la gran cantidad de ceniza que fue depositada en toda la costa del Ecuador. Este concepto está claramente representado en el museo del Banco Central del Ecuador en Bahía de Caráquez, en donde se presenta un corte de la tierra en la que los restos de la cultura Valdivia y chorrera se encuentran bajo una gran capa de ceniza del Volcán Pululahua que pone fin a su gran desarrollo cultural.
Conforme pasan los años, los efectos dañinos de la erupción se van borrando y los sobrevivientes empiezan a congregarse y continuar con el desarrollo que fue cortado.  En el área de Tulipe la presencia de desarrollo empieza por segunda vez en los años 800 d.C. y continua hasta 1690 d.C. que es interrumpida por la erupción del Pichincha y no por la llegada de los Incas en los años 1400.  La presencia de los Incas no interrumpió a los Yumbos pues ellos mantuvieron su propio sistema de organización política y económica. Manejaron las lenguas, los productos y la cultura de las dos partes. Más tarde los españoles también conocieron de Yumbos e inclusive utilizaron sus senderos para llegar hasta Esmeraldas y Manabí.
En la actualidad en las estribaciones de la cordillera se puede observar algunos caseríos modernos, y la ocupación propia de los terrenos agrícolas.




Museo De Sitio Rumicucho

El nombre del Pucará deriva de dos voces quichuas: "Rumi" (Piedra) y "Cucho" (rincón), "Rumicucho" quiere decir "rincón de piedra"; aunque antiguamente se denominaba Lulumbamba de "Lulum" (fruto) y "Bamba" o "Pampa" (llanura o planicie) lo que significa "llanura fértil".
En el Ecuador, los pucaráes se han identificado a lo largo del callejón interandino, siendo muy numerosos aquellos que se encuentran en la Sierra Norte, particularmente en el área comprendida entre los valles de los ríos Chota y Guayllabamba, en las provincias de Imbabura y Pichincha. De éstos, el Pucará de Rumicucho ha sido investigado y restaurado en gran parte de sus estructuras de piedra, por lo que se conoce su funcionalidad durante las etapas tardías de la historia aborigen del país.
La palabra quichua pucará identifica un tipo de edificación aborigen muy común en los Andes de Sudamérica. Estas construcciones, generalmente levantadas en la cima de colinas con ubicación estratégica, fueron utilizadas durante la expansión del incario en calidad de fortalezas para defender territorios conquistados o como lugares de aprovisionamiento de víveres para los ejércitos empeñados en la expansión del Estado Inca.
Se encuentra ubicado en la provincia de Pichincha, cantón Quito, en la parroquia de San Antonio de Pichincha. El Pucará se encuentra a 4 km al norte de San Antonio de Pichincha. En el extremo norte se encuentra el encañonado del río Guayllabamba y en dirección al sur, la quebrada Colorada. Al este una planicie limitada por los cerros de la Providencia y Catequilla y al oeste de los cerros de La Marca y Padre Rumi.
El paisaje dominante es de tipo desértico, con una rala cobertura vegetal formada por especies xerofíticas, entre las que se encuentran los cactus, tunas, pencos, matorrales como la chilca y mosquera y árboles como el quishuar, molle, algarrobo y campeche.  El territorio en el que se encuentra el Pucará forma parte de la zona Xerofítica Equinoccial de la Provincia de Pichincha, cuya temperatura media es de 18 °C.
El término quichua “pucará” significa fortaleza o lugar fortificado. Los pucaráes están asociados con la etapa incaica, y las primeras evidencias datan de finales del siglo XV. El Pucará de Rumicucho fue construido por los incas como un centro militar de control en el territorio de Quito, a la vez que fue utilizado como un puesto de avanzada en la conquista de los pueblos ubicados en Cayambe y Caranqui.
La forma alargada de la colina en que se encuentra, determinó que la edificación se distribuya en varios espacios horizontales, rodeados por sólidos muros de contención. De acuerdo a los estudios realizados, se desprende que la colina, originalmente de superficie curva, fue modificada intencionalmente para obtener una forma escalonada, dejando al centro una plataforma rectangular que cumplió funciones de carácter ceremonial, a juzgar por la amplia visibilidad que proporciona en los cuatro puntos cardinales, cuanto también por la ausencia de restos de ocupación humana.
En los extremos de este espacio se distribuyen dos terrazas a cada lado, en cuyo interior se ubican varios recintos habitacionales actualmente identificados por los cimientos, agujeros de postes, gran cantidad de restos de alimentación y desechos de objetos de cerámica, piedra y hueso.
Este sitio tuvo una funcionalidad militar, pero también se han descubierto evidencias que permiten afirmar que fue utilizado como un centro ceremonial. La población asentada en este lugar, a más de cumplir labores relacionadas con la subsistencia, estaba dedicada a la elaboración de tejidos, afirmación que se confirma por el hallazgo de centenares de herramientas textiles elaboradas en hueso de camélido, principalmente llamas.
Esta construcción está asentada sobre una colina natural de aproximadamente 600 metros de largo, 150 de ancho y 24 de altura. Se modificó la superficie para conseguir una estructura piramidal a base de espacios horizontales o terrazas, de las cuales la del centro es la más alta.
En los bordes de cada plataforma se construyeron muros de pirca utilizando piedra andesita. Esta técnica sirvió para edificaciones del interior del Pucará, se supone que en la época de su uso debieron tener techo de madera y paja.
El pucará esta compuesto por cinco espacios atarazados poseen construcciones de diferentes formas y tamaños, siendo los más comunes los rectangulares y cuadrangulares.
Cuando se llega al pucará, el lugar de partida para realizar el recorrido es la Quinta Terraza. Se encuentra al sur del pucará, tiene una forma rectangular, en un extremo esta delimitado por un muro circular. El acceso se halla en el lado occidental que mira a la planicie. En el interior se encuentran dos áreas con evidencias edificadas. En la parte sur, se conserva la cimentación de una casa de forma rectangular, mientras que en el lado opuesto, se distribuyen varias construcciones alrededor de un patio central.
En esta terraza se encontraron varios materiales o elementos que establecen que en este sitio se encontraban las casas de las personas que estaban encargadas de servir y mantener el funcionamiento del pucará. 
Cuarta Terraza: Esta terraza está a continuación de la anterior y a un nivel más alto, se extiende un espacio rodeado por los muros de contención. En el interior no existen edificaciones, salvo un pequeño cuarto en la esquina sur oeste, con función de puesto de control en el trayecto a la parte alta. En esta terraza la gente se reunía antes de acceder a la cima del edificio, considerado el lugar de mayor importancia ritual. Este espacio, a más de permitir el ingreso a la tercera a través de una escalinata, se conecta con la segunda por medio de dos andenes longitudinales, también delimitados por muros de contención.
Tercera Terraza: Es la parte más alta del Pucará y desde su cima se puede observar la extensa superficie y todo lo que se encuentra en los cuatro puntos cardinales. Esta plataforma, similar a otras identificadas en el área de Rumicucho, marcaba con toda seguridad el centro del edificio y el lugar de celebración de ritos. Esta terraza, igual que en el extremo sur, tiene otra escalinata para bajar a la segunda.
Cuando se hacían las excavaciones  en el interior de esta terraza se encontraron muchos desechos alimenticios como huesos, partes de cerámica y objetos de piedra.
Desde este lugar se puede divisar al norte el Nudo de Mojanda, el Cerro Fuya-Fuya y las poblaciones de Atahualpa, Puéllaro y Alchipichi; al sur esta la entrada a la ciudad de Quito; al este el Cerro La Providencia y el Catequillas, el Volcán Cayambe, y el Cerro Paco. También se puede observar al Casitahua, al Cerro de La Marca y al Padre Rumy. En la planicie se encontraban los Ushnus. Existen dos importantes quebradas, la Quebrada Colorada y la Quebrada de Shaigua.
Segunda Terraza: Los recintos descubiertos debieron servir como lugares de consumo de alimentos y bebidas, luego de las actividades ceremoniales realizadas en la parte más alta del edificio.
La estructura circular, actualmente incompleta por la erosión sufrida en la parte adyacente al barranco, se hallaba cubierta con una armazón  de madera, a juzgar por los agujeros de poste identificados en su interior. En la parte occidental, y junto al segundo muro de contención, se encuentran dos recintos pequeños, identificados como cocinas.
Se trató de lugares en donde se preparaba la comida en fogones de piedras semi enterradas y se guardaba el agua en grandes arríbalos asentados en  agujeros realizados en el suelo. En el área de las cocinas se recuperó una gran cantidad de restos de alimentación, como huesos de llama, cuy, pato, a más de caracoles de tierra y otros restos de fauna.
Primera Terraza: Corresponde al espacio más extenso del Pucará, localizado en el extremo norte del edificio. Se conoce, por las evidencias superficiales, la existencia de un muro perimetral, un corredor  y una estructura circular en el extremo noroeste, vestigios que no han sido excavados.
Mientras que en la parte sur y cerca de la  segunda terraza, se aprecia la existencia de una casa de habitación de forma rectangular, actualmente investigada y restaurada. Se sabe que ésta fue un lugar de vivienda y en los sectores adyacentes la gente realizaba tejidos y objetos de hueso.
En esta parte se encuentra una gran piedra denominada Huanca, que se cree que fue utilizada como instrumento astronómico. Su origen probablemente sea del Pululahua.
Al lado occidental de pucará se encuentran vestigios de dos cocinas, más adelante se encuentran los restos de un fogón original, en el cual preparaban los alimentos para todos los habitantes del pucará. También se encontró un gran basural con huesos de llamas, alpacas, patos, armadillos, conejos, venados, peces y monos.
Se puede decir que el Pucará fue una pequeña ciudadela, construida con materiales propios de la zona como la piedra de color rosado, tierra, piedra pómez, madera y paja recogida en las partes altas de las montañas.

El agua se obtenía de vertientes localizadas en la parte oriental del pucará y cerca de la quebrada de Monjas. Las edificaciones responden a un patrón arquitectónico incaico.




Parque Arqueológico Rumipamba

En este Museo Arqueológico y Natural se encuentran las evidencias de la cultura Quitu, y de culturas aún más antiguas de la historia aborigen del Ecuador que habitaron Rumipamba de manera discontinua a lo largo de la historia.
 Rumipamba, palabra quichwa que significa pampa o «planicie de la piedra», es un museo in situ cuyos vestigios corresponden a diversos periodos arqueológicos, entre los que están: restos del periodo denominado Formativo Tardío, desde 1500 a.C. al 500 a.C. estudiado por la evidencia de restos cerámicos de esta datación; existen vestigios del periodo posterior denominado de “Desarrollo Regional”, desde el 500 a.C. al 500 d.C., caracterizado por la presencia de tumbas y asociado a fragmentos de platos trípodes perforados y variedad de cerámicas encontradas en el sitio.
 La evidencia del período de Integración, desde el 500 d.C. a 1500 d.C., está compuesta por restos de aldeas y viviendas construidas en barro y techumbre de paja, las mismas que se construyeron rodeadas por muros de piedra. De este período hay también evidencia de tumbas poco profundas, ubicadas muy cerca de las estructuras habitacionales antes mencionadas. Estas estructuras funerarias constan de ajuares cerámicos que nos dan indicios de sus costumbres rituales relacionadas con la muerte. Finalmente, del último periodo precolonial se pueden apreciar paredes incas. También existen coluncos, senderos cavados por los habitantes Yumbos de esta zona durante siglos antes de la conquista española, y que eran usados para atravesar los Andes y llegar a la Costa.
Seguramente, la ocupación de este lugar no fue continua. Debió haberse interrumpido por las erupciones volcánicas, especialmente las del Pululahua y las del Guagua Pichincha. Estos y otros datos aún están en investigación. Las excavaciones arqueológicas están en progreso y el visitante puede observar cómo se realiza el trabajo de campo del investigador.
 El Parque Arqueológico y Ecológico Rumipamaba cubre un área de 32 hectáreas donde se ha encontrado, a partir del año 2001, gran cantidad de evidencias arqueológicas anteriores a la conquista española, especialmente de carácter arquitectónico. El espacio arqueológico se encuentra atravesado por la quebrada del mismo nombre que se origina en los flancos occidentales del volcán Pichincha. En medio de este exuberante paisaje podemos visitar y observar los sitios de excavación y restauración de la cerámica, uno de los elementos que más abunda en el sitio.
También se ha podido dilucidar por la abundante presencia de metales que tenían una dieta basada en la preparación de granos.
La mayoría de los vestigios antes descritos hacen referencia a pisos compactos de tierra chocoto, agujeros de postes que demuestran la técnica constructiva de "bahareque" primario, muy utilizado en este estilo de casa denominada bohíos. También existen en el lugar muros de contención, tumbas de variado tipo, evidencias de un posible "culunco" similar a los caminos hundidos de los yumbos de Tulipe, ya mencionados. Todas estas evidencias están asociadas a la cerámica que abunda en el lugar y corresponden a diferentes periodos históricos.
 En el museo arqueológico Rumipamba, usted podrá visitar cinco unidades de exhibición bien delimitadas. Cada una consta de fichas de información, fotografía, mapas e infografías de lo que el visitante encontrará, así como la exhibición de las evidencias arqueológicas luego de la excavación.
La visita al parque Rumipamba es muy atractiva porque permite realizar el recorrido en sus espacios originales. Además Rumipamba permite conocer un nuevo lado del la ciudad quiteña, en donde se encuentra un cúmulo de historia a través de los vestigios del pasado encontrados muy cerca de la zona comercial de la ciudad.




Museo De Sitio La Florida

Ubicada en Antonio Acosta y Antonio Román Esq. Florida Alta la atención que se da en el lugares de Mier. – Dom. 09:00 -17:00. El proyecto museológico se inició en 2002, partiendo de la premisa que este era un ex centro ceremonial de la civilización de los Quitus, se une interrelaciona con la red de sitios arqueológicos de la capital conformada por Tulipe, Rumipamba, Cotocollao.
Ponchos forrados con mullos de concha Spondylus y concha madre perla, compoteras, pondos, joyas elaboradas en oro, plata y cobre, son parte de las evidencias que reúne este sitio arqueológico.
Pero, las investigaciones se remontan a la década de los setenta. En 1930 Jacinto Jijón y Caamaño reportó este lugar. Luego el Banco Central con un equipo de arqueólogos descubrieron seis tumbas. Ahora estas quedan al descubierto para que el público pueda conocer su estructura. Las tumbas ponen en evidencia a La Florida como centro ceremonial o cementerio. Cada una tiene entre 15m y 17m de profundidad, con enterramientos asociados a una rica ofrenda funeraria.
Para efectos didácticos, varios cuerpos sintéticos, elaborados a partir de las evidencias óseas y la posterior reconstrucción de los cráneos y cuerpos de los antiguos pobladores quiteños, fueron colocados en una de las tumbas, de la misma manera como fueron enterrados entre los años 220 d.C y 640 d.C.
La concha spondylus, material que cubre los ponchos de los individuos enterrados, fue de gran valor para los Quitus. Representaba la fertilidad de la tierra y pone en evidencia su nexo con las culturas de la costa mediante los Yumbos, los individuos que vestían trajes con spondylus, al recibir un trato especial, podrían haber sido sacerdotes, caciques o jefes shamanes que fueron enterrados en la necrópolis.
Mediante una cámara robot se permite al visitante una vista del interior de las mismas, haciendo del recorrido una manera dinámica de adentrarlos en la historia y cosmovisión de los Quitus. Las tumbas tienen forma de botella o chimenea, cuentan con una plataforma y una cámara interna en las que fueron enterrados los Quitus,  estas fueron construidas en cangahua, hace 1400 años.
La muestra cuenta también con evidencias de la simbología y rituales que se realizaban, y que son explicados de manera consistente en relación al material encontrado, la cerámica que  utilizaron los Quitus, tiene relación directa con la técnica (doble cocción) de los Carchis.
Una de las ventajas de la curación de la muestra es que el recorrido se puede realizar solo, siendo de mejor provecho contar con una guía del lugar para explicar las dudas que se pueda generar, el recorrido tiene una duración de una hora y diez minutos aproximadamente
Las evidencias que fueron encontradas recibieron un tratamiento especial para lograr su reconstrucción. Los diseños que poseen las vasijas figuran serpientes, rayos, sembríos lluvia, entre otros. Pero lo más importante es que el visitante comprenda su elaboración

No hay comentarios:

Publicar un comentario